Joel: nombre propio, de origen hebreo. Proviene de un personaje bíblico. Un profeta del que se cree que procedía del reino de Judá.

En hebreo se escribe Yoel, y significa Yahvé es Dios o Dios es su señor.

Pues bien, esta es la presentación teológica que podría haceros de mi suegro. Pero prefiero ampliaros la información contándoos que Joël es un buen hombre que vive en un pueblecito de apenas 4.000 habitantes en Francia y que cada año nos visita con su mujer, Francette, ma bellemere (mi suegra) y algunas veces coincide con la Semana mayor de la ciudad.

Podría decirse que el cofrade sevillano, cuando recibe una visita de fuera, agranda su vanidad de forma desmesurada. A sabiendas que la Semana Santa de Sevilla cuenta con esa riqueza patrimonial de la que estamos seguros que no va a dejar indiferente al visitante.

El primer año que vinieron mis suegros, mis familiares y amigos me preguntaban que tal les había parecido la Semana Santa sevillana.

Yo les respondía que bueno, que la entrada del Beso de Judas con Alma de Dios a los sones de AM Redención les había gustado mucho, que dicha marcha, curiosamente, les sonaba «muy a campo» , que la Plaza con los naranjos les había encantado, que les parecía una fiesta interesante, pero poco más…

«Ya bueno vale, pero ¿los llevastes a ver el Gran Poder?»

«Sí»

«¿Y a la Macarena?»

«Sí»

«¿Y Triana, Los Panaderos, San Benito, San Gonzalo…?»

«Que sí»

«Pero bueno, ¿no quedaron asombrados?»

«Sí, bueno… les gustó»

«Pero vamos a ver, si esto conmueve a cualquiera, si esto es una maravilla…»

«Sí, claro, para nosotros porque lo hemos mamado desde chicos, pero para el que es de fuera… pues igual que hay muchos que quedan enamorados, hay otros que lo viven con menos pasión, hay de todo…»

Cierto es, además, que Joël es algo especial, aparte de ser de fuera y digamos, no ser una persona especialmente devota, no suele mostrar demasiado sus sentimientos. Con lo cual, no me sorprendía para nada que la Semana Santa no le impactase mas allá que como un mero evento folklórico de esta bendita tierra.

Pero llegó el Miércoles Santo del año siguiente, y allí estaba Joël con su mujer en la Plaza Cristo de Burgos. Observando atentamente como el paso de palio salía por las puertas del templo. Sus ojos se centraron en Madre de Dios de la Palma. Era una tarde desapacible, las nubes ensombrecían el rostro de la dolorosa. Pero, según me explicó, en el mismo instante, en el mismo momento, se dieron una serie de circunstancias: de entre las nubes surgió un rayo de luz, que se proyectó sobre los labios de la Virgen, la banda de música comenzó a interpretar el himno nacional, los aplausos del gentío, la mecida del palio…

Y allí estaba Joël, una de las personas mas tranquilas e impasibles que he conocido en mi vida, que con todo lo que estaba sucediendo, acabó llorando a lágrima viva, como una Magdalena.

¿Esto cómo se explica? ¿Esto cómo se cuenta? Pues lo estoy intentando ahora, pero me parece a mí que soy incapaz de transmitiros todo lo que vivió él en ese instante.

Y no, esta historia no acaba de sevillanas maneras con un «y se hizo hermano de la cofradía y ya no se la pierde ningún año» Ya que el único vínculo que tiene con la hermandad es, si coincide que él está en Semana Santa en Sevilla, ver a su Virgen en la calle.

Eso sí, hace unos días me habló de una canción de Jhonny Hallyday.

«Ma religion dans son regard » (Mi religión en su mirada):

Una canción de la que me ha confesado que durante mucho tiempo no ha podido escucharla completa, por que se emocionaba demasiado recordando aquella tarde de Miércoles Santo.