¡Oh!!!! Dulce y ansiada primavera ¿dónde te escondes? Oh amada y mil veces deseada primavera sevillana ¿cuándo volverás?

La nostalgia en mi tan amada ciudad se hace cada vez más patente. Pronto sus majestades visitarán el hogar de cada sevillano…, aunque a la espalda de su morena majestad no se atisbaran tambores y cornetas anunciando lo que debería estar por venir.

Este año se hace duro y diferente. La pandemia que nos asola, hará que más de un ser querido falte a la revirá de su vida. La que una vez lo enamoró y no puede faltar a esa cita cada año.

La ciudad vuelve a ser atacada por otra pandemia como lo fuereen siglos pasados por otras de peste, de gripe mal llamada española y otras tantas que se llevaron atantos y tantos sevillanos a la tumba, así como también el tiempo más hermoso y anhelado por cada sevillano. Anodino letargo el que ahora nos embarga como naranjos a que rompa un azahar del que no se divisa ni un mínimo brote. El año pasado Sevilla quedó huérfana de primavera… y este año proseguirá con esa misma penitencia.

Nazarenos de mascarilla visitan sus templos apelmazados por la nostalgia más dura, la que mira el horizonte buscando unos rayos de sol que no aparecen.

¿Saldremos alguna vez de esta maldita pesadilla? Esta no es la climatológica que con tanta inquina se lleva cebando con algunos Santos días, esta pesadilla es una oscuridad de la que no se tiene ningún atisbo de luz. Sevilla volverá a no tener primavera y sin esta, lo único que queda es la Amargura por lo que no vendrá y no la que todo Sevillano desea.

Nos faltará esa cera, ese olor a Incienso, esa señoras curtidas por la edad hablando a su Vecina más famosa a su paso por su balcón, la que pide por todos los suyos, la que hizo promesa y debe de cumplir hasta el fin de sus días, nos faltará esa Saeta no cantada, ese instante, ese sonido Angelical hecho marcha, ese triste sentimiento que deja una dolorosa bajo palio alejarse, el andar del Señor, los gritos de guapa a las esperanzas, los pasos por campana…No es lo único que perdemos al perder ese tiempo único. Anteriormente al climax está esa transformación de esa Sevilla a la época barroca llena ritos, ensayos donde bandas y costaleros se esmeran en pulirse en mil ensayos interminables.

Nostalgia y tristeza por lo que está por venir y no llega. Luna de Parasceve triste pues mira a Sevilla y no existe esa explosión de sentidos. Tantas y tantas tradiciones rotas por una maldita enfermedad. No encontraremos al niño que se viste junto a su abuelo y su padre para la hermandad de su vida, no habrá nervios para la primera salida de un nuevo nazareno, ni para el músico que por primera vez sale con su banda, o para el que vuelve cada año y aún así le tiemblan las piernas cuando se plantan tras él, no habrá puchero después de la entrada en casa de la abuela, y tantos y tantos momentos únicos.

Hermosa Primavera sólo te pido una cosa: No te olvides de Sevilla.