La tristeza embarga mi alma. Tristeza en muchos lugares de tan hermosa ciudad. A estas horas determinados Barrios bullían de emoción por la próxima estación de Penitencia. La vuelta de los que se marcharon por muchos motivos, la ilusión por lo que está por llegar y que no lo hará.
Hoy acaba la ilusión de que todo fuera un mal sueño del que al despertar no quedara más que los restos de una cruel pesadilla, pues lo que debería llegar, no llegará.
PINO MONTANO
Este día trae tantos recuerdos de mi niñez, el paso de una Virgen entre los barrotes de una ventana que procesionaba ella sola bajo un mar de flores de colores, y que era el germen de una hermandad que al igual que nosotros no dejaba de crecer. Nací en ese humilde barrio y esos Viernes quedaron señalados a fuego en nuestras vidas. Esos Viernes comenzaron siendo de reencuentros familiares en el hogar de la abuela más maravillosa del mundo la abuela Dolores que cuida de nosotros allá donde esté. Más tarde el señor y la hermandad que seguían creciendo al mismo son que nosotros hicieron de ese día el nuestro, por lo que la visita familiar quedaba pospuesta hasta días posteriores para disfrutar del día grande del Barrio. Viernes radiantes en los que el cautivo recorría las engalanadas calles de nuestras vidas.
El incorporarme a filas nos hizo distanciarnos unos años por la lejanía y que acabó con un reencuentro maravilloso, el cautivo en soledad se convirtió en un maravilloso misterio, y justo detrás apareció la niña de los ojos de mi hermano.
Ya de vuelta a la ciudad más hermosa del mundo el destino me dio una nueva vida en otra zona. Pero cada Viernes de Dolores vibra mi alma. Ese Viernes de pellizco en el corazón, de nervios, de ilusión, de alegría, de nazarenos desfilando, de recuerdos, de primeras chicotas, de música, de emoción, de incienso y azahar, de cera, de reencuentros, de mi Hermano pequeño, y donde mi barrio… mi barrio se vuelve Jerusalén…
Pero hoy mi hermano, como tantos otros vecinos estamos tristes. Mi alma se rompió al amanecer y al no despertar a esta maldita pesadilla. Aunque la Abuela siga cuidando de nosotros, el dolor es demasiado grande, casi ahoga. Este Viernes nació sin color. La pandemia nos ha vuelto a robar el Viernes más hermoso del mundo en mi Casa. Maldita Pandemia.
Es triste el regusto que queda, pero la ilusión, la ilusión no me la quita nadie. Hermano quiero verte sonreír. Pienso que queda ya menos de un año para que vuelva a amanecer otro Viernes de Dolores y en el que vuelva el color. Otro Viernes donde mi Barrio y otros tengan ese día tan hermoso que se les debe y donde la vuelta a la felicidad inunden las calles.
Maldita Pandemia no podrás con nosotros.
Va por ti hermano.
