Justo cuando hace ahora algunas semanas que publiqué un artículo en otro medio referente a la situación pandémica y a las cofradías, y cuando supuestamente deberíamos de estar plegando las hamacas y las sombrillas de playa hasta un verano próximo, y que, según los más aficionados a éste, está a la vuelta de la esquina en sus calurosas mentes, da comienzo un nuevo curso escolar y por supuesto un nuevo curso cofrade, donde ya se estarían empezando a limpiar la plata y los enseres en todas nuestras priostías. Todavía tenemos el amargo regusto de los dos años anteriores, y, al parecer estábamos previendo un año venidero poco halagüeño cuando así, de pronto, pero bastante esperada salta a los medios la noticia de que se abrirán los estadios de fútbol con más capacidad de aforo, se ampliarán las gradas de las plazas de toros, más público todavía en las carreteras en las grandes vueltas; cines, teatros, conciertos y muchos espectáculos y un largo etcétera que conllevarán la aceptación de un público más elevado que en meses anteriores. Todo eso será perfecto para llegar a la normalización de la vida rutinaria, ya era hora, pero ¿Y nosotros… cuándo? Vivimos en un tiempo difícil y bastante convulso en muchos sentidos. Lo hacemos con la más insana de las incertidumbres y en la más terrible inopia, por no hablar de la desconfianza, ésta generada por la desazón creada por los propios políticos ¿Volveremos a ser lo que fuimos? ¿Volverá la Semana Santa de ayer a ser la misma mañana? —quién sabe—yo confío en ello. Ahora bien, también me hago, o nos hacemos otras preguntas como: ¿Hasta cuándo
debemos los cofrades aguantar esta situación? ¿O es que quizás somos ciudadanos de segunda categoría? Porque ésta ha sido la pregunta de las últimas semanas.

¿Cuánto tiempo hemos de aguantar poniendo la otra mejilla? Otra pregunta típica pregunta con su ya consabida respuesta: hasta que Palacio quiera. Pues bien, ayer mismo salió la primera cofradía a la calle y lo hizo en Arcos de la Frontera. Habrá que ver esa “patata caliente” cómo la asimilarán algunos. Lo que en otros tiempos hubiese sido una cofradía extraordinaria, o una procesión de Gloria, o una hermandad que por cualquier motivo de peso o alguna efeméride recalcable hubiese puesto su cofradía en la calle. Esta vez, y en este caso se ha convertido en
una celebración doblemente extraordinaria ya que ha sido la primera que lo ha hecho con un cortejo y además ha sido con costaleros, eso sí, con todas las medidas de seguridad escrupulosamente llevadas a cabo, faltaría más. Ésta ha sido
una decisión arriesgada cuando menos, pero sobre todo “valiente”, casi como cuando lo hizo la hermandad de la Estrella por el año 32 y salió por distintos motivos a la calle sorteando los disparos de algún exacerbado. Pues bien, ahora toca esperar y dejar que muevan ficha las autoridades civiles y eclesiásticas, ya que la pelota está en su tejado. Ser cautos, pacientes y obedientes. ¿Habrá Semana Santa en 2022? Sí. Otra cosa es si habrá cofradías en la calle en dicho año, esperemos que también, porque si no, esto más bien parece ya una caza de brujas en contra de la religión en la calle y sobre todo contra el cofrade de a pie. Como digo toca esperar y esperaremos. Hay que ser obedientes y lo seremos. Aunque también es cierto que estamos más que hartos que nos ninguneen de una manera tan burda y de que nos tomen por el “pito” del sereno. Esperaremos y esperemos que con todas las medidas tomadas no haya ningún rebrote en la vecina localidad de Arcos, porque es lo que están esperando nuestros detractores como agua de
mayo y por supuesto los ciriazos van a ser de órdago y las bofetadas que ni la de Malco le dio al Señor.
Están expectantes a que alguien tosa levemente. Dios quiera que esto no suceda, porque si no, vamos a dar pie a lo que están esperando ¿Creyentes, cristianos, cofrades? Esta gente es una banda de “sacapasos” y “sacasantos” y es ahí donde no debemos ni podemos entrar. Miren ustedes, el dichoso virus ha venido por desgracia para quedarse, y lo mismo que se va a instalar en los estadios, escuelas, deportes de toda índole, museos, playas, teatros, etcétera, lo que viene siendo en nuestra vida normal, vamos, tendremos que aprender a convivir con él. Aun así, tengo la esperanza de que como esto salga bien, el año que viene será distinto a todo lo que hemos conocido hasta ayer. Seguiremos con todas las medidas, con toda esta parafernalia y demás, pero podremos disfrutar poco a poco de lo que más nos gusta a los cofrades. Ver una cruz de guía acercarse con el sol del mediodía lo mismo que ver un paso de palio alejarse en el ocaso de la tarde con sones de Tejera.
Jesús Gandul.
