Y Dios se hizo hombre, y caminó entre nosotros bajándose de su divino altar donde su talón, carne de Dios sevillana, es besado y venerado todos los días del año. En estas santas misiones tu Gran Poder ha hecho que te hagas más divino y a la vez más humano. Mortal por unas semanas.


Eran las dos de la tarde y la Calzada estaba de nuevo en su gran fiesta, sin Pilatos, con Jesús. El mismo barrio que cada martes santo lo entrega es ahora quien con el mismo ansia lo espera. Tanto San Benito, como Nervión como otros por el estilo son barrios bien situados y bien asentados en la ciudad. Allí pude o pudimos ver de todo: aglomeración de personas, todas y cada una con sus medidas de seguridad e higiene, sus vacunas, o por lo menos se le supone. Fue tal la expectación, y la espera que la gente allí congregada lo hacía con algunas horas de antelación, como si Semana Santa fuese. Saetas, rezos, lágrimas… Todo un derroche de fe verdadera, proclamada a los cuatro vientos muy a pesar de lo que a toro pasado publiquen en las redes en contra de nuestro sentimiento y nuestras creencias. Pero allí, en aquella zona de la ciudad, la vida es algo más fácil que en las próximas paradas y visitas de la hermandad.

El Señor de la ciudad más hermosa del mundo ha querido salir a hacer catequesis viva buscando a lo más necesitados, a los más afligidos dando ese hálito de consuelo y esperanza a los que más lo necesitan. Barrios como Los pajaritos, Las Candelarias, La Blanca Paloma… son sinónimos de paro, delincuencia, droga, marginación, y un largo etcétera de desgracias, las cuales también forman parte de la ciudadanía y del día a día. Pues ahí está Dios, en los más necesitados. Como lo está y para muestra un botón, en la hermandad del Buen fin, con su Centro Asistencial, o en la de Bellavista con su magnífico comedor social. No miremos para otro lado, como cuando entramos en las parroquias y nos dejamos deslumbrar por altares barrocos y pasos dorados, omitiendo y anulando al pobre necesitado que está en la puerta pidiendo una limosna, ya que ahí está Dios, ahí está su Gran Poder.

Ancianos, enfermos, drogadictos, migrantes, desempleados, prostitutas, desvalidos y un largo etcétera son un espejo de Dios y que por supuesto y no olvidemos estos son los primeros para Él, para el Gran Poder. IN MANU EJU POTESTAS ET IMPERIUM, y así es… En tus manos está el poder y la gloria. Haz que estas misiones no pasen en balde y no sea solo una prueba de fuego para lo que vendrá en la próxima primavera.

J. Gandul